Marcos
llevaba semanas sintiéndose mal. Aunque dormía toda la noche, le parecía que no
descansaba y al amanecer su cuerpo y su mente estaban tan agotados como al
final del día anterior.
Pidió
una cita con el médico. Este, después de examinarlo y de no encontrarle nada
físico, le dio un somnífero suave y lo hizo dormir en un sillón de su consulta.
Cuando
despertó, Marcos notó que el médico le había rodeado las sienes con una banda
de goma conectada a una máquina eléctrica. Supo que había estado midiendo sus
ondas cerebrales.
Al
término del procedimiento, el médico le dijo:
-Lo
que pasa, Marcos es que usted no sueña. Y los sueños son imprescindibles para
que su mente descanse. ¿ Desde cuando
está así?
Marcos
reflexionó y notó que hacía tiempo que
no recordaba haber soñado nada.
La
última vez ...¡ah!.. ¡ Había sido algo
muy extraño! Al despertar creyó ver a un
hombre alto y flaco que salía de su dormitorio cargado con una maleta. Medio dormido aún, lo vio desvanecerse en la
claridad difusa del amanecer. ¿Y si ese
hombre realmente existía y era un ladrón que
robaba los sueños ?
Pensó
que él no era el único al que le pasaba eso. En el Metro había notado que todos
iban con mala cara, como si se hubieran levantado agotados. La gente tenía una
expresión amarga y hostil. Nadie miraba a nadie , ninguno saludaba. Todos
parecían haber olvidado sonreír.
¡
Tenía que ser eso! Que la gente ya no soñaba...¡ Por eso todos se sentían tan
mal!
Empezó
a buscar por las calles al ladrón de los sueños. Seguramente recorría la ciudad
en la noche, cuando la gente dormía. ¡ Tenía que atraparlo antes de que
siguiera cometiendo su delito!
Ya
había perdido la esperanza de hallarlo, cuando una tarde en el Metro, vio a un
señor gordo que roncaba, apoyado contra la ventanilla. A esa hora el vagón iba
lleno de gente cabizbaja y nadie más que Marcos notó al hombre flaco que se
abría paso hacia el asiento del dormilón.
En
una mano llevaba una maleta y en la otra blandía unas tijeras .
Se
inclinó sobre el pasajero dormido y con
rápidos chasquidos empezó a cortar una especie de cinta sedosa que rodeaba su frente. ¡Eran sus sueños!
Los
echó rápidamente en la maleta, luego se abrió paso a empujones hasta la puerta
y se bajó.
Marcos
descendió tras él y empezó a seguirlo sin que el ladrón lo notara.
Lo
vio entrar en una casa vieja y sombría y se acercó a espiarlo por una ventana.
Lo
vio abrir la maleta y guardar su contenido en un armario grande que ocupaba
casi toda la pared. Luego volvió a salir
y se perdió por una calle, seguramente para continuar su tarea.
Cuando lo vio perderse a lo lejos, Marcos empujó con
fuerza la puerta desvencijada y ésta cedió bajo su peso.
Se
encontró en la habitación en penumbra y se dirigió al armario. Vio que tenía
numerosos cajones, cada uno con un rótulo:
Sueños
fantásticos. Sueños tristes. Sueños de amor. Sueños infantiles.
¡ Ah!
¡ Qué tesoro había allí! Pensó llevarse
algunos sueños de amor...También sueños
infantiles... ¡Hacía tanto tiempo que su mente no se deleitaba con algo así!
Pero
luego comprendió que estaba siendo egoísta. Que debía pensar en las otras
personas también.
Abrió
los cajones y tomó a puñados la materia sedosa que contenían. Solo los sueños
tristes los dejó encerrados, por más que pugnaban por salir de su prisión.
Se le
pegaban en los dedos, como ese algodón rosado que comía cuando era niño. Pero logró abrir la ventana y liberarlos a
manos llenas sobre la ciudad.
Lo
sueños flotaron un momento en el aire y luego subieron...¡ subieron en un
vértigo dichoso sobre los techos y se perdieron en la noche buscando a la gente
que dormía !
Marcos
reservó algunos para él. Al llegar a su casa, los guardó bajo la
almohada y se acostó feliz.
Estaba seguro de que al otro día vería caras
alegres en las calles y en el Metro. Las personas que antes se cruzaban o viajaban juntas diariamente sin siquiera
mirarse, ahora se saludarían, conversarían unos con otros y se dirían:
-¡
Qué lindo sueño tuve anoche ! ¿ Te lo puedo contar?
Sin sueños es muy duro vivir... Una delicia leerte. Que tengas buena semana!!!
ResponderEliminarMuchas veces el soñar,noes puede hacer perder las realidades
ResponderEliminarhola amiga
ResponderEliminaranduve por los lugares de nuestro país, que no conocía y que despertaron mis sueños o los renovaron...
los paisajes orillas del mar parecen lo mismo , pero no lo son
allí en medio del silencio y el rumos del mar uno piensa en lo grandioso
que tenemos la oportunidad de despertarnos cada día y mantener vivos aquellos recuerdos que nos dan vida a raudales como las cascadas que descubrí...
así como esta persona que encontró la manera de sonreír a la vida
en medio de una ciudad intolerante a lo que es significativo, empatizar con lo que siente el otro...
reencontrar entre el barullo la luz que les permita seguir soñando de verdad...
un abrazo grande.
Querida amiga
ResponderEliminarme faltó decirte que hacia tiempo no leía un cuento tan hermoso
que me ha hecho sonreír de corazón...
te admiro mucho...