El
muchacho buenmozo de sonrisa burlona se había sentado a su lado en el Metro.
Ella
no lo miraba. Sólo apretaba contra su pecho la raída cartera y mantenía los
ojos fijos en un cartel publicitario.
" Dientes más blancos con Odontine " leía una y otra vez hasta que la frase perdía
por completo su sentido. Pero se daba
cuenta de que el muchacho se volvía hacia ella y la miraba.
Lo
peor era que le recordaba tanto a alguien. A ese hombre que por años la había
hecho sufrir. Nunca le había pegado, era
cierto, pero sus miradas frías eran como bofetadas. Nunca la había agredido, pero con su sonrisa
irónica le desgarraba la piel.
¡
Tantos años de vivir así, siempre asustada!
Sintiendo que por más que se esforzaba, todo le salía mal. La comida estaba
quemada o insípida, la camisa siempre mal planchada. Y en las noches, ese cruel
desprecio de la espalda frente a su cara. El suspiro de fastidio, antes de
ponerse a roncar...
Pero,
ahora se había ido. Ya no estaba en la casa.
Le
había costado meses abandonar la costumbre de dormir en el borde de la
cama. Meses atreverse a estirar un brazo y encontrar ¡
por fin! el infinito alivio de su
ausencia...
Ahora
ponía la cabeza en mitad de la almohada y abría los ojos en la oscuridad
benéfica, donde ya no había nadie que pudiera soltarle inesperadamente una
frase brutal.
Pero,
ese muchacho buenmozo de sonrisa burlona estaba ahí para recordárselo.
Quiso
bajarse. Pasar por encima de él y encontrar la salida. Pero, sintió que la
tomaba del codo y le decía :
-En la
próxima estación nos bajamos, mamá.
genial mas que genial tu texto
ResponderEliminarbien escrito
corto
me llevo
hasta el final
orgasgicamente
mil besos
eres una gran escritora no es facil hacer algo corto
ResponderEliminarQue tremendo es todo eso
ResponderEliminarpara una madre ...después de sufrir tanto
saber que no dejará de hacerlo
pues tiene a su lado a la semejanza
algo que ella al parecer nunca podrá doblegar...
al menos si le queda la tranquilidad de la cama vacía ...solo para ella...