Hacía
un par de meses que trabajaba en la Universidad, mientras terminaba mi tesis.
Era secretario, ayudante y recadero de un ilustre profesor.
El me
informó que en la semana siguiente se realizaría en Santiago, la capital, un
importante Seminario sobre Energía Nuclear.
- Mi
agenda no me permite ir así es que quiero que vayas tú en mi lugar. Sólo te
pido que asistas y tomes nota de lo que digan los expositores. No quiero quedar
como ignorante después, frente a mis colegas.
Tomé
un tren , casi de madrugada, y medio dormido todavía, me dejé caer en el primer
asiento que encontré vacío.
Vi
que al frente mío iba una mujer preciosa, leyendo una revista. Sólo alcanzaba a ver su pelo rubio algo
despeinado y sus piernas...Pero, lo poco que veía me dejaba sin aliento.
Al
rato bajó la revista y por sobre el
borde, me escrutó sin compasión.
Luego
sonrió dejándola a un lado, sobre el asiento.
-Ya
que viajamos juntos, conversemos mejor- dijo, y me tendió una mano blanca digna
de una diosa.
-Maggie-
se presentó con sencillez- ¿ Y tú?
-Genaro,
para servirte- balbuceé yo y me atraganté al darme cuenta de lo estúpido que
había sonado eso.
Ella
se rió con cierta ternura compasiva, como si estuviera frente a un descerebrado.
No
sólo me turbaba su presencia sino el hecho de que era mayor que yo y parecía
una mujer de mundo.
Pero,
estaba deslumbrado. No podía dejar de mirarla, mientras ella desgranaba una
charla insustancial.
Cada
cierto rato se callaba, esperando una respuesta, pero a mí no me salían las
palabras.
Bajo
su mirada, me sentía como un cubo de hielo puesto al sol.
Me
fui derritiendo lentamente y al final no quedó de mí más que un charco de agua
enamorada. Si es que el agua se puede enamorar...
(
Abro paréntesis. Sí, si puede. El agua del mar ama a las rocas y se arroja
sobre ellas embravecida por la impotencia de no poder conmoverlas. Y el agua de
la lluvia ama los prados y los envuelve en un manto de diamantes, para
expresarles su amor. Cierro paréntesis.)
Supe
que se bajaría en la misma estación que yo y para mi sorpresa, iba al mismo
Seminario.
¿ Qué
haría una mujer como ella en un sitio semejante? No me lo dijo ni tampoco se lo
pregunté.
-¿
Tienes reserva de Hotel?- me interrogó .
- No,
pero si no encuentro habitación, puedo dormir en un banco del parque.
-¡
Estás loco! Ahí pululan traficantes y
otros marginales peligrosos. ¿ Por qué
no te vienes conmigo? Yo tengo una reserva
en un Hotel cerca de la estación.
Cuando
entramos a la habitación, vi que había una sola cama. Me quedé indeciso en el
umbral.
-Puedo
dormir en el sofá- musité turbado, aunque no se veía ninguno.
-¿
Por qué ? ¿ Que crees que no cabemos los
dos en la cama? -preguntó ella riendo.
Me
quedé sin habla...
En la
noche hicimos el amor.
Yo
estaba sudando de nervios y las cosas no salieron muy bien.
-No
te preocupes- me dijo ella y me besó en la frente con un beso maternal que
aumentó mi humillación hasta un nivel intolerable.
Me
corrí hacia el borde de la cama y me hice el dormido. Me sentía tan miserable
que pensé que , al otro día, como ese personaje de Kafka, iba a amanecer
convertido en cucaracha.
Al
rato, ella empezó a respirar más pausadamente y sabiéndola dormida, me atreví a
mirarla.
¡ Qué
linda era! ¡No podía creer que estuviera a mi lado! Me sentí más optimista pensando que al día
siguiente seguramente tendría la oportunidad de revertir mi pobre actuación...
Cuando
desperté, ya no estaba. Había un papel sobre el velador.- Me voy al Seminario.-
decía- ¡ Nos vemos allá!
Llegué
justo cuando un viejito de lentes se congratulaba en presentar a la Doctora en
Física molecular, la Doctora Margot Z.... , que expondría sus conclusiones
sobre el empleo de la energía nuclear en el campo de la Medicina.
Breves
aplausos y al podio subió Ella...¡ No lo podía creer!
¡
Doctora en Física!... Y yo, pobre estúpido, que soñaba con poderla
impresionar...
Me
concentré a duras penas en el Seminario y tomé las notas que mi jefe me había
encargado.
Cuando
vino el intermedio para café, partí disparado rumbo al Hotel.
Le
pedí la llave al conserje y subí, sin
aliento. Tomé mi humilde bolso del gimnasio, lo llené con mis cosas y salí
corriendo, mientras el conserje me miraba con una insultante sonrisa de
conmiseración.
¡
Parecía haberlo adivinado todo!
De
más está decir que nunca más volví a verla.
Pero ¡
fue una aventura inolvidable !
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBueno, José, no es tan raro. Ella es una mujer de experiencia, muy segura de sí misma y muy liberal. El es un chiquillo, tal vez atractivo y ella no vacila en querer parar un buen rato con él. ¿ No te acuerdas de esa canción que dice : Pobre tonto, ingenuo charlatán, yo fui paloma, en vez de ser gavilán ?
ResponderEliminarA mí también me pareció un tanto extraño el relato pero no porque fuese imposible, sino que por las excesivas inseguridades del protagonista, aún así me entretuvo.
ResponderEliminarUn abrazo Lily.