En
una fiesta a la que asistía de mala gana, Juan conoció a una niña que lo atrajo
profundamente. Tenía los ojos rodeados de sombras violeta y su tez era
pálida.
No se
veía muy saludable y a Juan le extrañó conocerla en ese ambiente tan ruidoso.
Pero
cuando le sugirió que bailaran, ella se levantó de su asiento y se entregó a
sus brazos.
Le
dijo que su nombre era Rosa.
Y Juan pensó que era el reflejo de una rosa
blanca en un espejo empañado.
Llevaba
un vestido oscuro y en su cuello llevaba un curioso medallón. Pendía de una
cadena de plata y era una piedra de pálidos reflejos, semejante a un trozo de
la luna.
Juan
se sentía como hipnotizado y no podía apartar los ojos de la joya.
-¡Qué
extraño es ese medallón que llevas!- exclamó.
-Sí,
es muy especial- respondió Rosa- Me lo regaló un amigo muy querido antes de
morir.
Bailaron
un rato, pero ella se quejó de que estaba cansada y quiso salir a la terraza.
Juan
quería retenerla a su lado e improvisaba temas de conversación, pero Rosa
sonreía en silencio y parecía no tener muchas ganas de hablar. Sin embargo, se
notaba que estaba a gusto y no se opuso cuando, más tarde, Juan se ofreció a
llevarla a su casa.
Quedaron
de verse al día siguiente, y al otro...y al otro... Y así su amor fue creciendo
y envolviéndolos en un mágico velo que los aislaba de la gente.
Pero
Rosa se notaba cada vez más pálida y agotada.
-
Debes ir al médico- le sugería Juan, inquieto.
-No
estoy enferma- aseguraba ella- Sólo un poco cansada. Pero me gusta...Siento
como si mi cuerpo flotara en un río que me lleva despacio hacia el mar.
Su
cuello frágil parecía doblarse por el peso del medallón.
-¿
Por qué no te lo quitas ? - la urgió Juan.
-¡ No
! - exclamó ella- Mi amigo me pidió que lo llevara siempre en memoria suya.
Juan
observaba el medallón y le parecía que la piedra había cambiado de aspecto. El
destello, antes pálido, ahora parecía cobrar vida y resplandecer a medida que
las fuerzas de Rosa iban decayendo.
Al
final, ella murió.
Juan
llegó a su casa corriendo, avisado por la madre, pero ya era tarde. Rosa se
había ido a un lugar ignoto a donde él no podía seguirla.
- Le
dejó su medallón-dijo la madre, entre sollozos- Le pidió que lo lleve siempre
en recuerdo de ella.
Juan
se lo puso y lo ocultó bajo la camisa.
Le
pareció que llevaba un trozo de hielo sobre la piel. Pero era una sensación
agradable, como si los labios fríos de Rosa le besaran el pecho, sobre su
corazón.
Rumiando
su pena por haberla perdido, se le iban los días. Una extraña fatiga lo
debilitaba.
Sólo
quería permanecer tendido en su cama, pensando en Rosa.
Dejó
de ir a la Universidad y apenas salía de su habitación, para alimentarse sin
ganas.
-¿
Estás enfermo?- le preguntaban todos- Te ves tan pálido.
-Por
favor, hijo, anda al médico- le suplicaba su madre.
Bajo
su camisa, el medallón resplandecía y quemaba, como un trozo de hielo que
encerrara una llama.
Una
noche se sintió más débil que nunca y se echó en la cama, sin desvestirse.
Se
sentía flotar sobre la corriente de un río que lentamente fluía hacia el mar.
De
pronto, vio en medio de la habitación una figura extraña. Era una mujer alta,
envuelta en un manto oscuro.
No
supo cómo había entrado, porque la puerta permanecía cerrada.
- Veo
que has usado mi medallón-le dijo sonriendo- pero ya no lo necesitas.
Suavemente
lo desprendió de su cuello y lo dejó sobre el velador.
Lo
tomó de la mano y él se levantó con presteza, sin rastros ya de fatiga.
- Es
hora de partir. No te demores- dijo ella- Rosa no deja de preguntar por ti.
Juan
no supo como se encontraron junto a un ancho río. Una barca los esperaba en la
ribera.
A la
mañana siguiente, la hermana de Juan entró a despertarlo para desayunar y lo
encontró muerto.
- ¡
Pobre Juan!- suspiró la niña, sin extrañarse mucho - ¡ Todos sabíamos que
terminarías por dejarnos...!
A
través de sus lágrimas, vio brillar el medallón sobre el velador.
-¡
Qué hermoso es este medallón! ¡Muchas
veces deseé que fuera mío!...- ¡Ahora lo voy a usar siempre, en memoria de él !
Demasiadas letras,lilyam
ResponderEliminarSaludos,de todas formas...anónima escritora
ResponderEliminarQuerido superviviente, ¿ qué significa tu comentario de demasiadas letras? El cuento no es largo ni me pierdo en descripciones latosas, asi que ¿¿¿¿¿¿???????? Si no te gusta como escribo, no leas mis cosas y los dos nos sentiremos agradecidos. Además, no soy anónima escritora, me llamo Lillian y lo sabes bien.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUna intriga ...el poder de la muerte reclamando lo suyo en una piedra viva...
ResponderEliminarhay muchos misterios que pocas veces se develan del todo...