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domingo, 19 de septiembre de 2021

UNA TAZA DE CAFE.

Casi todos los días, Marcos se cruzaba con Joel, los dos apurados, rumbo a sus ocupaciones.

Marcos, concertando citas de negocios en su celular y Joel, flaquito y esmirriado, siempre cargado con su portafolios de cobrador.

-Y ¿ cuando nos juntamos a tomar un café, Marcos?

-Un día de estos, Joel...¡ Yo te llamo!

Y ese día no llegaba nunca. Marcos no había aprendido todavía que el muro de la soledad está construído con cientos de ladrillos en los cuales está escrito " Yo te llamo".

-¿ Y cuando ese cafecito, Marcos?

-Un día de estos, Joel, me hago un huequito...

Nunca se hizo ese huequito y a Joel le hicieron uno en el cementerio.

- Un cáncer fulminante-  le informó un amigo común, bajando la voz, por si la Muerte andaba rondando por ahí, todavía.

Marcos quedó anonadado. ¿ Como no le habían avisado?

Fue todo muy rápido. El pobre flaco andaba con dolor de espalda hace tiempo y lo atribuía al estrés...Cuando fue al médico, ya era muy tarde. Solo le dieron morfina para paliar el dolor...

A Marcos lo inundó la tristeza como una marea y de sus ojos cayeron gotas saladas.

Creyó ver a Joel, encorvado, caminando siempre con la cabeza gacha. Tal vez con la esperanza de encontrar una billetera perdida, que lo ayudara a llegar a fin de mes.

Como si presintiera la presencia de su amigo, justo antes de cruzarse con Marcos, levantaba la vista y una sonrisa agridulce le iluminaba la cara.

Ya no lo vería más. La Muerte, de un manotazo lo había arrojado fuera de la vereda soleada, para lanzarlo a la oscuridad de la tumba.

Un feroz remordimiento lo invadió.  ¡ Cuantas veces Joel le había hablado de esa taza de café que se tomarían juntos!  Si al menos Marcos hubiera tenido el valor heroico de desconectar su celular durante una hora. De apagar su computador para decirle:

-¿ Qué te parece si nos juntamos esta tarde en el café de la esquina?

Pasó varias semanas deprimido, dándose cuenta, por primera vez de como la tiranía de los negocios lo apartaban del contacto humano.

Averiguó la ubicación de la tumba de Joel y una tarde se dirigió al cementerio llevando dos tazas y un termos con café.

Se sentó en la lápida y sobre ella sirvió las dos tazas.

-¡ Aquí estoy, amigo, para que nos tomemos ese café que te estaba debiendo!  ¡ Sírvete, por favor!

Cogiendo su taza, fue bebiendo lentamente, mientras caía la tarde sobre el Campo Santo. A lo lejos, una campana desgranaba sus sones, como una triste pregunta sin respuesta.




12 comentarios:

  1. A veces tan absortos que no entendemos el valor de la amistad hasta que ya es demasiado tarde.

    No regales excusas a tus amigos, ofrece tu tiempo, por muy breve que sea, pero de calidad.

    Saludos, Lillymarmat

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  2. Decía Borges que cuando alguien muere nos ataca la súbita comprensión de que nada nos hubiera costado ser un poquito más buenos... Qué horror sentir así.

    Abrazos y más abrazos.

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  3. Al leerte mi admiración hacia tu persona aumenta un poco mas.

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  4. Hola Lilly, que cierto tu relato..como cuesta en esta vida que llevamos hacernos de los tiempos para el llamadito, la reunion, el café, la charla ajena a la virtualidad.. volver a "ser" como antes .. Hay un post que dice..." vamos a tomarnos un café mirandonos a los ojos , asi, como cuando eramos libres.."Tremendo y reflexivo relato!!! Besos y buena semana

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  5. A mas a tu pais,amas a la cultura,amas a los poetas y amas a la vida

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  6. A mi me fue peor eso de haberle fallado a alguien, pues no sólo le falle hace 21 años, sino que hice que esa persona se sintiera mal, jugué con su mente y la vi arrastrarse y llorando. Entonces el castigo, aunque se hizo esperar, vino con toda su fuerza 19 años después causando que yo terminara de esa misma forma. Entonces me decidí a pedirle perdón a aquella persona, así que visité su tumba y le pedí perdón. Sé que a pesar de todo, no era demasiado tarde para arrepentirme, porque el arrepentimiento es sobre todo para uno mismo. Y sé que esa persona me habría perdonado. El problema es que las consecuencias de mi crueldad las pagué y con creces. Al menos ya no debo nada...

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    1. Estimado Zendir, gracias por tu comentario. lamento haberte hecho recordar algo tan doloroso como eso. Pero, tienes razón, arrepentirse cura el dolor de la herida, no importa si la persona ya no está. estás tú, para lamentar y mejorar.

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  7. Con un nudo en la garganta te he leído, me ha gustado mucho llegar y descubrir tu blog..te visitaré de nuevo
    Un abrazo
    Carmen

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    1. Gracias Carmen. Traté de dejar algo en tu blog y no pude, así es que te contesto aquí. Vuelve por favor, todos los Domingo pongo algun cuento nuevo. Un abrazo de Lillian

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  8. Una pena que deba pasar eso para darse cuenta del valor de un momento entregado a una persona que se aprecia y se reconoce...
    gestos simples a veces son muy fáciles de hacer , pero el orgullo gana más de las veces.

    Espero estés muy bien.

    Un abrazo.

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  9. La cultura es tu gran amor,Saludos desde Andalucia.

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  10. que bella eres que lindo escribes te dejo flores y lo mejor de mi con las letras

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