Formábamos un trío, solo que yo era la tercera en discordia o el mal necesario, por decirlo así. Me buscaba porque era la que aportaba los mejores apuntes, la que resolvía justo los problemas que después aparecían en la Prueba.
Nos juntábamos a estudiar en mi casa. Felix y Nancy, la pareja más atractiva del Campus y yo, la " matea del curso". Nadie sospechaba que también amaba a Felix y que los celos me corroían el corazón, como un ácido.
Sobre todo, me humillaba que Nancy me tratara con la condescendencia de la beldad hacia el " cerebrito". Aunque yo sabía que me envidiaba y me necesitaba. Es cierto que su belleza iba abriéndole puertas como un talismán, pero necesitaba mis conocimientos, porque tenía ambiciones y sabía que su esplendor no le iba a durar toda la vida.
Su sueño, confiado solo a mí, era conseguir una beca e ir a doctorarse al extranjero. No se lo había mencionado a Felix, porque sabía que él, lo único que anhelaba era titularse para casarse con ella. Y estaba seguro de que ella pensaba igual.
Felix me lo dijo una tarde en la cafetería, mientras la esperábamos:
-Estoy enamorado, Lucy. Casi me da miedo la intensidad de mi amor...
Escucharlo era una tortura para mí, pero me había convertido en la maestra del disimulo.
Cuando Nancy apareció, rodeada de esa aura dorada que parecía emanar de sus cabellos y de su piel, ambos sonreímos al unísono. Pero yo sentía que tragaba algo salobre, la sangre que me subía a la garganta, desde mi corazón.
Corrió la voz de que venía a Chile un profesor desde una Universidad norteamericana, a ofrecer dos becas para obtener el doctorado. Había que rendir un exámen muy difícil, en inglés, pero Nancy, que dominaba ese idioma, quiso postular. Me pidió que la ayudara a prepararse en secreto, sin decirle nada a Felix.
Venía a mi casa en la noche y nos amanecíamos resolviendo ejercicios. Alojaba conmigo y al otro día casi nos caíamos de sueño y andábamos en la Universidad como zombies.
Ningún sacrificio me parecía excesivo con tal de separarla de Felix y que se fuera de Chile, de una vez...
Ella me abrazaba emocionada. - ¡Nunca creía que fueras tan buena compañera! - decía y sus ojos azules se humedecían de lágrimas.
Pasó la prueba y consiguió la beca. Semanas después partió a Estados Unidos.
Para Felix fue un golpe.
Andaba como sonámbulo y se aferró a mí, porque conmigo podría hablar de ella sin descanso. No había forma de cambiarle el tema. Se las arreglaba para introducir el nombre de Nancy en todas las conversaciones y volvía a su letanía de amor y resentimiento.
Si alguna vez tuve la esperanza de que la olvidara y se volviera hacia mí, la fui perdiendo de a poco. Y empecé a incubar una rabia y un rencor que terminaron con mi amor y me dejaron vacía.
Decidí acabar con su obsesión y asestarle un golpe que terminara de una vez con esa pasión enfermiza.
Un día en la cafetería, le dije de pronto, como sin meditarlo:
-¡ No sabes como lamenté lo del niño! Para tí debe haber sido duro...
-¿ De qué niño me hablas?
-Del niño que perdió Nancy, para irse con la beca...¡ Oh, pensé que había sido de común acuerdo!
Estaba pálido como un muerto. Escondió la cara entre las manos y gimió, en un ronco sollozo:
- ¡ Mi hijo! ¿ Como pudo hacerlo?
De pronto, se levantó de un salto y me cogió por los hombros:
-¡ Y tú lo sabías! Y no fuiste capáz de advertirme....
Me miró con repulsión. De golpe me había transformado en su enemiga.
Se alejó de mí como si verme le resultara insoportable. No me importó. De todos modos, nunca iba a lograr que me quisiera.
Y haber conseguido que la odiara a ella, era suficiente para mí.
El leerte es para este viejo una gozada
ResponderEliminarDan ganas de que continúe...
ResponderEliminarMe encantó, como siempre un gusto visitarte.
Cariños y feliz Septiembre.
Querida Adriana, este cuento me encanta porque trata de una mujer rencorosa y mala Pero ¡ No soy yo! Gracias por pasar por mi blog y un abrazo para tí de Lillian
EliminarHum, me parece haberlo leido antes...
ResponderEliminarcomo sea , ya sabemos que el amor nunca se obliga...al fin solo deja amarguras...
Tienes razón´, querida Maulen, ya lo había publicado antes. Y aunque está en primera persona, es imaginario. No me vayas a creer tan malvada. jaja
Eliminarsee...yo se
Eliminarestimada , sigue escribiendo que siempre me haces pensar...
besos.
Que no seas feliz me hace feliz... La maldad es su elemento, la anestesia de su sufrir...
ResponderEliminarAbrazo grande, Lillian. (Perdona la demora en venir a leerte)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl día que apareció el primer síntoma de rencor, fue el último que sufrió. El resto es lnnecesario, dañino e inútil. Le debía haber mandado a la mierda, aunque fuera sin motivo. Lo del hijo fue excesivo.
ResponderEliminarF8ccion o no, no es tan poco común
Besoss lilian y gracias por pasarte aunque no puedas comentar