Mariela
salió temprano a comprar pan para el desayuno y al pasar frente al departamento
de la señora Matilde, le pareció escuchar un rumor de llanto. Primero pensó que era el gato que maullaba,
pero luego se convenció que había alguien llorando sin consuelo. Y no podía ser
otra persona que la viejecita, que vivía sola desde su viudez.
Mariela
se quedó inmóvil, escuchando, sin saber qué hacer.
Pero
se le ocurrió una idea y tocó el timbre. El llanto cesó y se convirtió en
suspiros. Por fin se abrió la puerta.
-Señora
Matilde, buenos días- dijo Mariela amablemente- Voy a comprar al supermercado y
se me ocurrió que usted podría necesitar algo ...
La
anciana se quedó pensativa y se llevó la mano al pecho, como si fuera a sacar
de ahí alguna lista de compras.
-Solo
me hace falta té, si no fuera una
molestia...
Mariela
partió a comprar feliz de haber podido ayudarla en algo sin entrometerce en el
motivo de su pena.
Al
entregarle el paquete, la señora la invitó a pasar.
En un
sillón algo raído, ronroneaba un gato de color gris. Al escuchar voces, abrió un ojo, luego lo cerró y se acomodó en los cojines
con aire displicente. Mariela pensó que
no existen animales más petulantes y pagados de sí mismos que los gatos.
La
señora Matilde la invitó a tomar una taza de té y mientras la paladeaban,
Mariela sintió que habían entrado en confianza.
-Señora
Matilde, hace un rato la escuché llorar...Si pudiera ayudarla en algo...
La
viejecita suspiró y respondió en voz baja:
-La verdad es que me siento muy sola porque
hace días que el ángel no viene a leerme.
-¿ Un
ángel, dice usted?
-Claro,
del Servicio Social. De esos que le leen a la gente mayor, cuando está corta de
vista...
-Pero
¿ es de verdad un ángel?
-Sí,
aquí se saca el abrigo y despliega sus alas, que las trae acalambradas de tanto
llevarlas encogidas. Porque en la calle,
no puede mostrarlas ¡ claro! Lo llevarían detenido por alterar el orden
público...
Mariela
la escuchaba atónita y con la insolencia de su juventud, pensaba: Esta vieja
está loca.
-¿ Y
dice que es del Servicio Social?- le preguntó para disimular su ecepticismo.
-¡
Claro! Del Servicio Social Celestial. El
Señor los manda a la tierra para acompañar a la gente que está sola. Ellos
averiguan las necesidades de una...Y a mi me gusta mucho leer, pero ya los ojos
me sirven de muy poco... Me estaba leyendo David Copperfield, que es una novela
que me encanta.
Mariela
se quedó sin habla y la viejecita ahogó un suspiro. Pero de pronto se le
iluminó la cara de esperanza y exclamó:
-Me
dejó un número telefónico, por si tenía alguna emergencia. Si fuera tan amable
y me lo marcara...
Mariela
lo marcó sin poder disimular su incredulidad, y para su asombro, escuchó una
cortina musical y luego una voz armoniosa que decía:
"
Si desea obtener informes de algún residente del cielo, marque uno.
"
Si desea contactarse con el Servicio Social Celestial, marque dos. Un ángel
atenderá su consulta.
Sin
dudarlo, Mariela marcó el número dos y otra voz más dulce aún que la primera,
le informó:
"
Nuestros ángeles se encuentran ocupados. Por favor, espere en línea.
Se tomaron otras dos tazas de té, sin haber
logrado comunicarse con el Cielo.
-No
se preocupe, Marielita- dijo la anciana, ya más consolada-Estoy segura que uno
de estos días mi ángel va a volver y continuaremos leyendo. ¡ Me ha servido
tanto que usted me viniera a acompañar!
Se
notaba que le había hecho bien desahogarse con alguien y Mariela se fue
contenta de haberle podido ayudar.
Días
después, se vio que las cosas volvían a la normalidad.
Al
partir temprano a su trabajo, Mariela vio que alguien tocaba el timbre de la
señora Matilde. Era un joven alto, vestido con un largo abrigo y sosteniendo en
la mano un maletín.
Llevaba
un gran sombrero que le cubría el pelo y parte de la cara, pero destellos
luminosos surgían bajo el ala, como si ocultara unos mechones dorados que
pugnaran por escapar.
En su
espalda había un bulto sospechoso, aprisionado por la tela del abrigo. No cabía
duda de que eran unas alas .
La
puerta se abrió y una exclamación de la señora Matilde le confirmó a Mariela
que el ángel había vuelto.
Se
sintió tranquila, pero al cabo de unos días, empezó a lamentar no haber anotado
aquel número telefónico...Pero se consoló pensando que de seguro le habría
contestado aquella cortina musical y aunque hubiera marcado cien veces, siempre
habría quedado " esperando en línea".
Cad quien, tiene su propio ángel y no podría compartirlo con nadie.
ResponderEliminarUn abrazo Lily Muy interesante
Tienes ángel para contar historias, LilY... Buena semana con un enorme beso
ResponderEliminarTu eres tu propio angel,tu personalidad hace de ti una gran persona
ResponderEliminarQue bello cuento...
ResponderEliminarme hiciste sonreir mucho
Si ellos existen e inspiran no?
Así lo creo, cuando escribo, leo o pinto...más aún al hacer mi jardín
Eso de los gatos me parece muy personal, no terminan de gustarte ,a mi menos, aunque los acaricio cuando puedo y ellos son mimosos conmigo...
Una esperanza cierta es que cuando uno se quede así de viejecita, venga ese angel lector acompañarte...
Genial!
Besos.
Pases buenos días.
Estimada me faltó agregarte
ResponderEliminaruna estela de
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de lo bueno de la vida.
es un placer leerte querida amiga y soñar contigo y tus palabras
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