Quién
piensa que todas las brujas son viejas y feas, es porque no conoció a Soraya.
Era
tan linda que hasta parecía que había nacido con banda sonora. Caminaba como
bailando y un nimbo dorado la rodeaba, de la cabeza a los pies.
Era
rubia natural y el color de su pelo era también el de su piel. Puro oro.
Se diría que tenía un sol propio, que la bronceaba todo el año, incluso
bajo la lluvia.
Llegó
a la Empresa como secretaria de gerencia y entre los hombres se produjo un
inmediato revuelo. Fue un estado de celo escandaloso, como gatos en época de
aparear.
El
corazón de Soraya era como una manzana agusanada. Gozaba llevando a la desesperación a los que
se enamoraban de ella... Que eran todos, sin excepción. Y lo que era peor, se hacía amiga de las
niñas que tenían un novio buenmozo, con la única intención de quitárselos.
Anita
fue la primera.
Cayó
a la cama con gripe y Soraya ¡ tan buena ella!
empezó a ir a verla cada tarde, al salir de la oficina. Le preparaba una
limonada caliente y le leía algún libro, hasta que llegaba el novio a
acompañarla.
De
más está decir que el ingenuo creía que ella era una especie de hada
bienhechora y no una bruja despiadada.
Se
enamoró como un demente.
Y
solo esperó que Anita se levantara de la cama para deshacer el compromiso.
Hasta
compró un anillo, cosa que Anita le había insinuado muchas veces sin que se
diera por aludido...Pero, cuando lo quiso poner en el dedo de Soraya, ella se
le rió en la cara y le volvió la espalda con desdén.
Hubo varios otros corazones rotos...Hasta que
le tocó el turno a Lidia.
La ví
enflaquecer de pena mientras su amado se convertía en un nuevo satélite de ese
planeta deslumbrador.
Pero
ella era mi mejor amiga y pensé que había llegado el momento de pararle los
pies a la vampiresa.
Algo
me decía que su belleza no era natural.
Que tenía algo de magia negra. Un conjuro maligno que había que romper a toda
costa.
Yo no
tenía un novio que pudiera quitarme, así es que me costó lograr que se
interesara en ser mi amiga. Pero, al final lo logré. Tal vez porque todas las
otras chicas de la oficina habían empezado a hacerle el hielo y a apartarse
cuando llegaba.
Conseguí
que una tarde me invitara a su casa. Fui
entusiasmada, porque estaba segura que ahí iba a descubrir la fuente de sus
malas artes.
Me
dejó en el living y fue a su pieza a cambiarse ropa para ir al cine.
De
pronto, me llegó nítida su voz que preguntaba:
-Espejito,
Espejito ¿ quién es la más hermosa?
Por
la puerta entre abierta me llegaron estallidos de luces de todos colores y
escuché una voz profunda que le respondía:
-Tú
eres la más linda, Soraya. No hay nadie que te pueda igualar.
Me
asomé en silencio y la vi parada frente a un espejo de cuerpo entero donde se
reflejaba. Más linda todavía, si era posible...Con una belleza sobrehumana,
capaz de dislocar huesos y de derretir carámbanos.
¡
Así que esa era la fuente de su poder!
No me
extrañó que el cuento de Blanca Nieves tuviera una dosis de verdad, porque se
sabe que la mayoría de los mitos y leyendas también la tienen.
Ahora
que ya sabía por donde atacarla, me fui tranquila, para idear un plan.
Pensé
en Sonia, la chica que iba a hacer el aseo a mi departamento, una vez por
semana.
Empecé
por hablarle a Soraya de lo eficiente que era.
Como dejaba todo brillante y sin cobrar más que lo justo. Se entusiasmó y me pidió que se la mandara.
Lo
siguiente fue convencer a Sonia de que su misión era romperle el espejo.
-¡
Pero, señorita Lily ! ¡ Romper un espejo trae siete años de mala
suerte!
-No,
Sonia. La cosa cambia cuando la dueña del espejo es una bruja maligna. ¡ En ese caso serán siete años de buena
suerte para ti !
Viéndola
todavía dudosa, agregué:
-Y te
daré una gratificación.
Eso
último terminó por convencerla.
-¡
Qué bueno, señorita! Con esa plata voy a
ir a Talcarehue a ver a mi mamá.
Quedó
de ir un Martes a casa de Soraya, llevando un martillo en su cartera, por si
allá no encontraba otra cosa mejor.
Esa
noche me llamó, entre asustada y feliz:
-¡ Lo
hice, señorita Lily! ¡ Lo rompí! Hubo relámpagos y truenos y casi me
desmayé... ¡Pero me armé de valor y lo molí bien con el martillo! No quedó ni un pedacito en el que la bruja se
pueda mirar...
Soraya
faltó tres días a la oficina. Le dieron
licencia médica por depresión.
Cuando
volvió, ya no era la misma.
Seguía
siendo linda, es cierto. Seguías teniendo el pelo dorado y las caderas con
ritmo, cierto también. Pero, aquel encanto subyugante, aquel resplandor de Vía
Láctea, se habían esfumado...
Ahora
era una rubia más del montón, y lo sabía.
Hasta
se veía más baja, como si hubiera perdido un par de centímetros.
Era
el ego el que se le había encogido. Y la verdad es que nunca lo volvió a
recuperar.
miga mia,tus cuentos mezclan las realidades con las ficiones.
ResponderEliminarA veces algunas vampirezas se crean una corte de aduladores,que el tiempo se encaga de debaratar
tienes razón, María Angeles. Pero ahora se usa dejar las raíces negras ¡¡ qué raro!!! Otra forma de cultivar la fealdad. Porque ahora, todo lo feo es lindo y todo bodrio es arte.
EliminarJuan, todos mis cuentos mezclan la realidad y la fantasía. Es lo que se llama Realismo Mágico. ¿ Qué te parecen los cuentos de Cortázar y los de García Marquez? Son un modelo a seguir, con toda modestia. Pero los míos son más bien infantiles.
EliminarMe he acordado de un chiste malo que cuando las mujeres se hace mayores todas son rubias. la sociedad es mentirosa de raíz. Un abrazo enorme
ResponderEliminarMe hiciste sonreír y bastante
ResponderEliminarencuentro picardía en este relato...
que así se descubren las brujas
por eso no me gusta mirarme al espejo casi jajajja
como sea ya sabemos que el ego siempre es un muy mal consejero
de todo...y para todos y todas.
un abrazo.