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lunes, 18 de julio de 2011

LILY ROSE.

Ese atardecer entré al cementerio como de costumbre. Me gustaba recorrer los senderos entre las tumbas y mirar las estatuas. Mi favorita era la que representaba a un ángel que lloraba apoyado sobre la pared de un mausoleo. Siempre me llegaba hasta él y me sentaba en un banco a contemplarlo.
Se respira tanta paz, es tan consolador el silencio de los que duermen. Nunca entenderé que alguien tenga miedo de permanecer en un cementerio. Precisamente ahí están los que no pueden hacerte daño. Fuera de sus rejas te enfrentas al peligro de los seres violentos que aún viven.
El crepúsculo envolvió las tumbas con su sombra azulada y un viento frío atravesó el ramaje de los cipreses. Me levanté del banco y caminé hacia la salida. Pronto cerrarían las puertas.
De pronto, escuché nítidamente el llanto de un niño. Sobresaltado, miré en derredor y no lejos divisé una pequeña figura sentada en una tumba.
Me acerqué a ella y ví que era una niña. Llevaba un vestido blanco y el pelo peinado en bucles. Tendría cinco o seis años.
Al verme me dijo llorando:
-Tengo frío y miedo. ¿Por qué me dejaron aquí?
-¿Quienes te dejaron?-pregunté horrorizado.
-Mis papás. Se fueron llorando y me dijeron que pronto volverían. Pero está tan oscuro aquí y tengo tanto frío. . .
No supe qué hacer. Miré en todas direcciones y no ví a nadie. ¿Dónde buscar a quienes la habían abandonado?
-Ven conmigo-le dije-Encontraremos a tus padres.
-No-dijo ella-Debo esperarlos aquí. Me prometieron que volverían pronto.
-¿Y cómo te llamas?-le pregunté sin saber ya qué decir.
-Me llamo Lily Rose. ¿No ves que aquí está escrito mi nombre?
Levantó los pliegues de su falda y me mostró el epitafio de la tumba donde estaba sentada.
Leí grabado en el mármol:
"Aquí yace nuestra adorada hijita
Lily Rose. "
La miré con sorpresa y dolor. Ella, al verme conmocionado, me dijo:
-No te preocupes. Estoy segura de que vendrán. Lloraban tanto cuando se fueron. . .
Me alejé de allí tan turbado que equivoqué varias veces el camino. Por última vez miré hacia atrás y ví como la niña levantaba su mano en un gesto de adiós. Después, las sombras la borraron por completo.

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