Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 29 de enero de 2017

VENGANZA DE MUJER.

Marta se veía a si misma sentada en la orilla de la Vida, como al borde de un muelle, mirando pasar los barcos a lo lejos.
Tan lejos, que no podrían ver las señas que ella les hacía y no se detendrían jamás.
Sus días eran grises como puñados de arena arrojados por sobre el hombro. Daba lo mismo si era Lunes o Jueves... Nada rompía la monotonía de su existencia.
¿ En qué momento había desechado las inútiles ilusiones y aceptado la soledad?
Tenia la costumbre de subirse a los buses y hacer todo el recorrido hasta el terminal. Se iba con la frente pegada al vidrio de la ventanilla, mirando como los colores del ocaso teñían la mole de la ciudad.  Luego se encendían los faroles y disminuía la gente en las calles. Era la hora que más le gustaba, cuando el día tocaba a su fin.
Pero una de esas tardes muertas, la Casualidad le ofreció un festín a su corazón ávido de aventuras. ¿Como rechazar la oportunidad de vivir una vida más interesante que la suya?
Iba, como siempre, sentada en el bus, mirando a las personas que la rodeaban. Le gustaba imaginar sus historias, suponerles dramas o existencias felices . Y así se le iban las horas, hasta que caía la noche y se bajaba en el paradero cercano a su casa.
Pero esa tarde fue distinto. Sintió que alguien la miraba a ella. Algo parecía tirarla con fuerza hacia atrás, hasta que volvió la cabeza y lo vio.
Era un hombre que la miraba fijamente con expresión extraña. Como si estuviera mirando a un fantasma y no supiera si acercarse o pararse y salir huyendo.
De pronto, cesó su lucha y se levantó del asiento, acercándose a ella.
-¡ Elena!..¡ Elena! ¿Es posible que seas tú?
-No, no es posible-le habría dicho con sorna- Porque me llamo Marta y no te he visto en mi vida.
  Pero decidió guardar silencio y quedarse a la expectativa.
El se sentó a su lado e intentó tomarle la mano. Ella la retiró asustada.
-¡ Elena!  ¡ Cuantos años llevo buscándote!  Fui varias veces a tu pueblo a preguntar por tí, pero siempre me decían los  mismo. Que te habías ido y no sabían donde...
El cerebro de Marta trabajaba febrilmente. No sabía si estaba pisando terreno peligroso, si el hombre era un delincuente...Pero algo en sus ojos cargados de ansiedad la convencía de que era sincero y lo novedoso de la situación le producía un grato cosquilleo.
Para tantear la situación, se le ocurrió preguntarle:
-¿ Y como me reconociste?
- Has cambiado un poco, es cierto- dijo él- pero tus ojos son los mismos. ¿ Y acaso no he cambiado yo también?
Marta guardó silencio, en espera de lo que venía, pero no supo qué recuerdo triste de su propia vida le arrancó una lágrima.
El la miró consternado y trató de nuevo de tomar su mano.
-Elena ¡Ya sé que es difícil que puedas perdonarme!  Te abandoné como un cobarde...Pero  créeme que he pagado con creces lo que te hice...¡No sabes cuanto he sufrido!
Lo dejó hablar y de a poco, la historia de Elena se fue aclarando en su mente.
¡ Así es que la había abandonado por otra y ahora imploraba su perdón !  ¡ Cínico!  ¡ Más que cínico!
¡Como todos los hombres, no más...!-pensó con rabia- ¡Pero el daño que le hiciste a Elena me lo hiciste también a mí y no creas que lo vas a borrar con ruegos y promesas!
A esas alturas, se sentía totalmente identificada con Elena y un ramalazo de rabia y de dolor la estremeció, haciéndoloa prorrumpir en sollozos.
- ¡ Me pasé años llorando sin poder aceptar tu abandono! Perdí mi juventud añorándote, sintiendo que no podía amar a otro que no fueras tú...
Le dió un empujón y trató de pararse del asiento, pero él la retuvo implorante:
-  ¡Elena, no me dejes ahora que te he encontrado!  ¡ Aún es posible rehacer nuestras vidas!
 Marta volvió a sentarse pensativa, maquinando un desquite y el hombre la miró esperanzado.
Lo dejó que se engañara y sonrió débilmente, entre sus lágrimas.
El bus se detuvo en el terminal.
Ambos se bajaron y él llamó a un taxi que pasaba.
-¡ Gracias, querida, gracias!   ¡Vas a ver como todo va a cambiar!
 ¡-Quiero irme a mi casa- dijo ella- Mañana seguiremos hablando.
Dio una dirección falsa y solo le permitió que la dejara en la esquina, con el pretexto de no darle que hablar a los vecinos.
-¿ Puedo venir a buscarte mañana, mi amor?
-Sí. Ven a las seis. ¡ Te estaré esperando!
Cuando lo vio perderse en las sombras, se dirigió tranquilamente al paradero de buses y tomó uno en dirección a su casa.
Esa noche durmió sin necesidad de somníferos.

 En la oscuridad de su pieza, le sonrió a Elena. Sintió que la había vengado. A ella y a todas las mujeres del mundo. 

domingo, 22 de enero de 2017

LA GIOCONDA EN PARIS.

Una mañana, el guardia del Louvre que recorría las galerías comprobando que todo estuviera en orden, se detuvo atónito frente al retrato de la Gioconda.
¡Ella había desaparecido!
No era que hubieran robado el cuadro, no. Estaba ahí mismo, tras la protección del cristal, pero vacío. Solo quedaban los árboles sombríos y las colinas difuminadas que  habían servido de fondo...Era ella la que había desaparecido sin explicación.
La noticia se viralizó en cuestión de minutos y cientos de personas se agolparon frente al Museo.
Se daban cuenta de que habían perdido la sonrisa más hermosa del mundo y suspiraban, consternados.
¿ Y donde estaba ella, mientras tanto?
Agobiada por la nostalgia, después de siglos de inmovilidad,  se había escapado para buscar a su creador.
Vagaba por París, que era la última ciudad donde habían estado juntos. Pero, la  encontraba tan cambiada que se asustó.
Enormes máquinas recorrían las calles rugiendo y haciendo sonar bocinas estridentes.
 Se vio empujada y zarandeada por una multitud que corría como si en ello le fuera la vida. Nadie la miraba ni se detenía a preguntarle si estaba perdida.
Cayó la noche y disminuyó el flujo de gente, pero se encendieron miles de luces que la cegaban.
-Leonardo, Maestro...¿ donde estás?- susurró en voz baja y cubriéndose la cara con las manos, se puso a llorar.
Siguió caminando sin mirar y chocó con alguien. Por un segundo, su frente entró en contacto con el pecho de un hombre.
-¿ Leonardo?- preguntó esperanzada.
Alzó la vista y vió a un hombre joven que la miraba sin entender.
-¿ Estás perdida?  ¿ Buscas a alguien?
Un automóvil que pasó zumbando envolvió a  la Gioconda en la luz de sus faros y él la reconoció.
-¡ Dios mío!  ¡ Eres tú!
Ella asintió en silencio y al ver su expresión de asombro y de admiración, sonrió entre sus lágrimas. Su sonrisa inefable, apenas esbozada, dejó al hombre hechizado.
-Gioconda ¿ qué haces aquí?  Todo el mundo te anda buscando...¿ Por qué te escapaste?
  -Vine a buscar a Leonardo. No quiero seguir viviendo sin él.
-Pero ¡ si murió hace siglos!  ¿ Acaso no lo sabes?
-¿ Y como iba a saberlo yo?  Llevo una eternidad prisionera en ese cuadro, sonriendo sin descanso mientras mi corazón lloraba...¿ Y dices que ha muerto? ¿ Qué va a ser de mí ahora?
-Vente conmigo. Está oscuro y hace mucho frío.
Se sacó su chaqueta, algo vieja y se la puso sobre los hombros.
La condujo a una pieza que arrendaba como taller. Porque era un pobre pintor que se ganaba la vida como podía, soñando siempre con el éxito y la fama.
La hizo acostarse en su cama estrecha y él se sentó en un sillón.
La Gioconda se durmió llorando y el se desveló mirándola.
Recordó de que, según la leyenda, Leonardo nunca quiso dar por terminado el cuadro, con tal de no entregárselo al marido de ella, quien se lo había encargado... 
Y pensó que seguramente era cierto lo que decían.  ¡El tampoco la habría entregado jamás !
La Gioconda se quedó en el taller y se acostumbró a sentarse a su lado en silencio, mirándolo pintar.
El quería hacerle un retrato y le suplicaba que sonriera, pero ella, entre sonrisa y sonrisa, no hacía más que suspirar.
Se notaba triste y el mágico resplandor de su cara parecía ir extinguiéndose, como la llama de una bujía.
Una noche, tratando de distraerla, él encendió el televisor.
Quiso apagarlo en seguida, cuando vio la imagen que transmitía, pero ya eras tarde. Ella había alcanzado a ver la multitud de gente agolpada a las puertas del Louvre.
- Aún se ignora el paradero de La Gioconda- decía el locutor- El cuadro más famoso del mundo está ahora vacío. La mujer cuya sonrisa misteriosa ha encantado a generaciones,  ha desaparecido sin dejar huellas.
La cámara recorrió los pasillos del Museo y se detuvo frente al lienzo que la había contenido durante siglos. Ella volvió a ver los bosques sombríos y las colinas desvaneciéndose en la bruma.
Comprendió que tenía que volver.
Al tomar la decisión, se sintió tranquila y sonrió de nuevo. El tomó los pinceles y se puso a pintarla, lleno de fiebre creadora.
No supo cuando ella salió ni la vio perderse entre las sombras.
Pero al otro día, los titulares de los diarios y las imágenes en el televisor le informaron donde estaba.
Se consoló de su ausencia dando los últimos retoques al retrato que luego lo haría famoso.
En él aparecía la Gioconda, con los brazos cruzados sobre el pecho y su misteriosa sonrisa, cuyo secreto nadie ha podido descifrar.

A su espalda, se veía París, lleno de luces y al fondo, la Torre Eiffel, clavada en el cielo, como se clava una flecha en un corazón. 


domingo, 15 de enero de 2017

FANTASMAS EN EL MUSEO.

A Joel le ofrecieron un trabajo de vigilante nocturno en el Museo Histórico de la ciudad.
Cuando iba saliendo de la entrevista, lo interceptó el muchacho a quién iba a reemplazar.
-Yo me voy porque aquí hay fantasmas- le susurró con tono confidencial.
Don Pedro, el viejo portero lo alcanzó a escuchar.
-¡ No le hagas caso!  Lo despidieron porque se lo pasaba durmiendo y ahora se quiere desquitar asustándote.
-No, si no me asusto- respondió Joel, petulante - ¡ A los vivos hay que tenerles miedo, no a los muertos!
Sacó de su mochila un termos con café y una novela y se dispuso a pasar una noche tranquila.
Cada una hora, se paraba y daba una vuelta por las salas de exhibición. Había grandes óleos con retratos de antiguos presidentes y  escenas bélicas en alta mar.  Vitrinas con armas antiguas y una habitación llena de  maniquíes disfrazados...
Eso fue lo que más le gustó.
Leyó en un cartel que se trataba del famoso baile de máscaras realizado en el palacio Concha Cazotte,  hacía más de cien años. Había una fotografía amarillenta, con todos los asistentes al famoso baile, todos vestidos con el mayor lujo y originalidad.
- ¡Pensar que todos éstos ya pasaron a mejor vida! -reflexionó con melancolía.
Luego volvió a la lectura de su novela y a su café.
Todo iba bien hasta que sonaron las doce campanadas en el reloj municipal.
-¡ Hora de fantasmas!- exclamó Joel, con una sonrisa irónica- A ver si alguno me viene a acompañar un ratito...
  Acababa de decir eso, cuando escuchó unos pasos apresurados acercándose por el corredor.
Toda su jactancia se evaporó en un instante y sintió que se helaba de espanto..
Una joven irrumpió en la zona iluminada. Iba vestida como una dama del siglo XVIII, con un traje de raso azul y una peluca empolvada.
Al mirar a Joel, puso cara de enojo y golpeó impaciente las baldosas con su zapatito de tacón.
-¡ Cómo!  ¡ Aún no te has vestido y ya sonaron las doce!  ¿ A qué hora crees que vamos a llegar al baile?
Joel miró en todas direcciones, pensando que le hablaba a otro. Pero ella lo tomó de un brazo y lo tironeó como a un monigote.  Luego se dirigió a una de las vitrinas y sacó una capa negra y un sombrero que al parecer habían pertenecido a un gobernador.
-¡ Rápido!  ¡ Ponte ésto!  Por el camino se nos ocurrirá inventar de qué vas disfrazado...
Lo tomó de la mano y Joel la siguió dócilmente. Hacía rato ya que había dejado de pensar...
Atravesaron el Museo en penumbras y desde el fondo les llegó música y una intensa luz.  Se encontraron en un salón lleno de parejas disfrazadas, bailando con animación.
Por el camino, Joel había mirado de soslayo las vitrinas y había visto a los maniquíes desnudos. Los trajes desaparecidos vestían ahora a sus verdaderos dueños.
La joven lo arrastró en medio del tumulto y perdido en un sueño, él se dejó llevar....
A la mañana siguiente, Don Pedro llegó más temprano. Se sentía preocupado por el nuevo nochero.
-¡ Lo más seguro es que tenga que despertarlo! - se quejó- ¡ Con tal de que no hayan entrado ladrones aprovechándose de su inexperiencia....!
Lo buscó por todas las salas sin encontrarlo.  Pensó que se habría asustado y se habría ido corriendo. Pero no, porque ahí estaba su mochila y una taza de café a medio tomar.
 Dio muchas vueltas por los pasillos vacíos. Casualmente se detuvo frente a la fotografía amarillenta de los asistentes al baile. Siempre le había gustado mirarlos, sobre todo a la linda niña vestida de dama antigua que aparecía a un costado. Pero esta vez le pareció  que había algo nuevo en la foto. Junto a ella aparecía un tipo con una capa negra y un sombrero echado sobre los ojos...Y estaba casi seguro de que antes no estaba ahí.
-¡ Qué extraño !- exclamó- A éste no lo había visto ...  Y lo más raro es que se parece al nochero que dejé ayer aquí...Como si fueran mellizos...
 Luego reaccionó dándose un coscorrón en la frente.
-¡ Qué tontería!  ¡ Estoy soñando!  Lo mejor es que me vaya a preparar un café, mientras aparece ese irresponsable.
Pero Joel nunca volvió a dar explicaciones ni a recuperar su mochila.
 Al cabo de unos días,Don Pedro la arrojó al fondo de un armario y no se acordó más.



domingo, 8 de enero de 2017

PERSONAJES DE CUENTO.

Hacía días que ella trataba inútilmente de escribir un cuento nuevo. No tenía gracia rehacer los antiguos para no perder a los seguidores de su blog.
Pero, sólo se le ocurrían ideas vagas y cuando trataba de concretarlas, se disolvían como jirones de niebla en los rayos del sol.
Una noche en que estaba, como siempre, sentada frente al computador, escuchó unos golpecitos en la puerta. Antes de que tuviera tiempo de pararse a atender, la puerta se abrió y por ella entró una niña que llevaba bajo el brazo un osito de peluche.
-¡ Hola! -saludó con soltura y se acomodó en el sillón - Veo que estás de sequía literaria.
-¿ Y como sabes tú?
- Bueno, por lo que a mi respecta, estoy de vacaciones, así es que no te he dictado ningún cuento donde aparezcan niños.
-¿ Cómo que no me has dictado?- preguntó ella, molesta.
-¡ Ah!  Crees que eres tú la que los escribe... Pero, fui yo la que te dictó   " La casita de chocolate"  " Día de nieve"  y muchos  otros que ya no me acuerdo.
-Bueno, pero no han sido los únicos que he escrito. Tengo otros temas, también...
-Claro, porque hay otras personas que te los dictan.  Pero  todos  tenemos derecho a salir de vacaciones alguna vez...
No terminaba de decir eso, cuando la puerta se abrió de nuevo y entró un hombre viejo, que caminaba encorvado bajo el peso de una maleta.
- ¡ Buenas noches!  Pasé a saludarte porque supe que estás afligida por falta de inspiración.
-¡ No me va a decir que usted también escribe por mi!- exclamó ella con impertinencia.
   - Bueno, no tanto como eso- suspiró el anciano- Pero todos los cuentos en que aparece un hombre triste y sin cariño, son obra mía.  Son vivencias que te he traspasado.   ¿ Si no, cómo podrías haberlos escrito?
-Parece que usted duda de que yo tenga imaginación...Pero, dígame  ¿  Qué lleva usted en esa maleta? 
-Mis recuerdos tristes...  ¡Por eso es que pesa tanto !
Mientras el viejo suspiraba, una figura leve, casi transparente, atravesó la puerta sin necesidad de abrirla.
Era una mujer pálida, vestida de gris. A ratos, su figura parecía disolverse en la penumbra de la habitación.
-¡ Buenas noches!- saludó con una voz apenas audible - Pasé a despedirme porque me voy de  vacaciones.  Lamento haberte descuidado durante estos días...
-Y usted ¿ quién es?
-¡ Como no lo vas a saber!   Yo soy la que te dicta los cuentos que hablan de la muerte y de gente que anda por ahí vagando, sin querer aceptar que se murió.
-Y ahora ¿ para donde va?
-Bueno, cuando una se ha muerto puede ir a todas partes. Así es que me voy a la playa a reunirme con mis papás. Ellos se murieron hace tiempo, así es que todos los años nos juntamos a la orilla del mar.
-  ¿Quieren decirme entonces que me he estado engañando a mi misma, creyéndome una escritora y que todos mis cuentos los han escrito otros?
-¡ Oh, no!  ¡ Tanto como eso, no!  -exclamaron los tres personajes al unísono- Todos los cuentos que tratan de mujeres amargadas y sin ilusiones, son obra tuya. No te los queremos disputar...
-Pero de poco me sirve saberlo, porque igual estoy sin inspiración.
-¿ Y por qué no haces como nosotros y sales de vacaciones?
-¿ Y a donde podría ir ?  ¿ Y con quién ?
Se quedaron callados y la miraron con tristeza.
-¿ No te decíamos nosotros?  Los cuentos de mujeres amargadas, todos los has escrito tú.


domingo, 1 de enero de 2017

EL AÑO NUEVO DE JULIAN.

Era el anochecer de la víspera de Año Nuevo.
Julian llegó cansado a su casa, después de un anodino festejo en la Empresa donde trabajaba.
Se echó en su cama, sintiéndose desanimado.
El año tocaba a su fin y ninguna cosa buena le había pasado. Sus escarseos en el Amor no le  habían dejado más que un regusto amargo.  El Éxito le había pasado por el lado sin detenerse.
Para ser exactos, se había detenido junto a su vecino de escritorio,  a quién habían nombrado Jefe de Área, aunque llevaba menos tiempo en la Empresa que Julian...
La injusticia le había envenenado la vida durante varios meses.
Repasó su existencia actual y vio jornadas de trabajo monótono en la oficina, compañeros que no eran amigos y tardes solitarias en su departamento, conectado a la Red.
Ese era su panorama de todos los días y no veía que pudiera cambiar.
  Le pareció que era un náufrago flotando en un mar sin orillas...¿ Cuando pasaría el barco que vendría a rescatarlo? 
Sumido en el pesimismo y el fastidio,  se quedó dormido.
Soñó que se levantaba de la cama y se preparaba para salir a buscar alguna diversión. Al mirarse en el espejo, se aterró al ver la cara de un anciano.
¿ Qué había pasado?  ¿ Como era posible que el tiempo hubiera trascurrido en un segundo, precipitándolo en la vejez?
Abrió la puerta y salió a la calle, desesperado, queriendo pedir ayuda y no sabiendo a quién acudir.
Atardecía y sus pasos lo llevaron al parque cercano a su casa.  Era verano y sin embargo le pareció que lo envolvía una niebla gris.
En un banco vio sentada una mujer con expresión desolada. Miraba fijamente hacia adelante y sus manos vacías pendían abiertas sobre su regazo.
Julián se acercó a ella y notó que lloraba.
Se sentó a su lado y aunque su propia desesperación lo abrumaba, se compadeció de ella y quiso hablarle brindándole consuelo.
La mujer esbozó una mueca y lo increpó enojada:
-¿ De qué quieres consolarme tú, si tienes la culpa de todo?
-¿ Cómo?  Pero si no la conozco...
-¡Bah! - se rió ella con sarcasmo- Dices que no me conoces, pero soy tu Vida. Y tú hiciste de mí lo que soy ahora.
Julian la escuchaba atónito , pero ella continuó hablando sin mirarlo.
 -Estoy sola porque tú  no supiste amar.  Malgastaste tu juventud en aventuras fugaces y nunca quisiste comprometer tu corazón.
-Pero ¡ yo quería amar!
-No. Tú querías que te amaran a ti... Y no es lo mismo.
Julián se calló, avergonzado y ella siguió con sus reproches, sin darle respiro.
-Mira mi ropa, mira mis zapatos...Tú tienes la culpa de mi pobreza.
-Pero ¡ si yo he trabajado duro!  Es que no tuve suerte...
-  ¡ Mentira!  La falta de suerte es la escusa de los flojos. Te conformaste con ser mediocre, nunca trataste de perfeccionarte para ser mejor.
Julián la miró resentido y no supo que contestar. Así es que decidió concentrarse en un reproche anterior.
-Dices que estás sola por mi culpa, pero yo tenía muchos amigos...
-¡ Sí!  ¡ Amigos en Internet !  Te sobraban las relaciones sin compromiso. Gente que ni conocías y por quienes no tendrías que molestarte en nada...¿ Es que alguna vez le tendiste la mano a alguien que necesitaba ayuda?  No era calor humano el que brindabas  pulsando el teclado de tu computador...
Julián bajó la cabeza y ella se levantó del banco y se alejó sin mirarlo.
El quiso seguirla, preguntarle si aún era posible enmendar el rumbo y volver atrás...
Pero, las piernas le flaquearon y era tal la angustia que sentía, que despertó.
Sin convencerse aun de que había soñado , corrió al espejo a mirarse, temiendo ver de nuevo la cara de un anciano.
Pero, allí estaba él, joven y lleno de salud , como era en realidad.
El alivio dio paso a un intenso júbilo. Le dieron ganas de reír, de bailar...Miró el reloj. Eran las once y media. ¡ Pronto se acabaría el año!
Corrió al baño a arreglarse para salir, ya totalmente olvidado de su sueño.

- ¡Hay que divertirse! - exclamó-  ¡La Vida es demasiado corta para desperdiciarla pensando tonteras!