Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 28 de junio de 2015

TURBULENCIAS EN EL CIELO.

Mirando los noticiarios de la CNN, a Dios no le quedó duda de que las cosas se habían agravado en el Medio Oriente.
Así es que hizo su equipaje, dispuesto a  comprobar las cosas en persona.
En una pequeña maleta echó unos cuantos rayos, por si era menester desatar alguna tormenta que pusiera en su sitio a la prepotencia humana y un par de estrellitas pequeñas, de veinticinco watt, para alumbrarse en la noche mientras leía. Últimamente le costaba quedarse dormido...
Lo tenía muy preocupado el destino de los hombres. Y lo peor era que con eso del libre albedrío que él mismo había inventado, ahora no podía intervenir en lo que hacían.
Por eso,  iba al Oriente Medio en calidad de mero observador.
A su exiguo equipaje agregó la libreta de los destinos, un lápiz y una goma de borrar. Con la goma iba borrando a los que morían y con el lápiz, a los que lograban nacer, que, con ésto de la legalización del aborto, eran cada vez menos numerosos... Observó con pesar que la goma estaba muy gastada.
¿ Qué más podía hacer?  Se había convertido en un mero espectador de su Creación, que hacía tiempo se le había escapado de las manos.
Suspiró con desaliento. ¡ Se sentía tan cansado!
Pero su viaje era necesario y se decidió a partir, dejando el Cielo encargado a los ángeles mayores.    
Inmediatamente, los angelitos más pequeños se dispusieron a hacer travesuras. Lo que más los divertía era abrir huecos en las nubes y mirar lo que pasaba en la Tierra.
-¡Vengan! ¡ Vengan!- gritó uno- ¡ Abajo hay un carnaval y están tirando fuegos artificiales!
Pero ¡ ay!  No era un carnaval... Era la guerra.
Sentada en lo alto de un monte  vieron una figura oscura que los llenó de miedo.  Una sonrisa feroz deformaba su cara y se sobaba las manos mirando la destrucción.  Cada cierto tiempo, un espasmo de placer lo sacudía y entonces, un par de alas negras se desplegaba a sus espaldas con un ruido aterrador.
Era el Demonio que aún no se recobraba de la humillación de haber sido expulsado del Paraíso y que ahora empezaba a concebir nuevas esperanzas... ¡ No le cabían dudas de que a corto plazo iba a triunfar el Mal!
Lanzó una carcajada que sonó como un trueno y los angelitos, aterrados, se pusieron a llorar.
El Ángel Mayor acudió apurado a averiguar de qué se trataba ese escándalo y muy enojado, los mandó a lavarse las manos y a acostarse.  ¡ Era muy tarde para que los niños estuvieran en pie!
Y esas cosas pasaban en el Cielo, mientras en la Tierra, los hombres seguían empecinados en sus luchas.

Lo extraño era que, al mismo tiempo, su máximo anhelo era ser felices.  Sólo que siempre su felicidad se basaba en la desdicha de los otros.

martes, 23 de junio de 2015

UNA CARTA.

Tarea de Taller.

Querida Nora :
 ¡Qué bueno que me escribiste! ¡ Así me das la oportunidad de desahogarme!
Me cayó un ladrillo encima. ¡ No ! Con el último temblor no. Fue otra clase de ladrillo. Ten paciencia, que te lo contaré todo.
Hace unas semanas me llamó mi hijo, tú sabes, el que trabaja en Iquique, para que alojara a un amigo suyo, por un mes, mientras buscaba empleo. No me gustó nada la idea, porque iba a coartar mi libertad, pero no tuve tiempo de inventar una excusa, porque el visitante llegó casi de inmediato.
Era un muchacho de unos veinticinco años, pero representaba dieciocho. Y era de esos que no volvieron a ver una peineta desde que su mamá los arreglaba para llevarlos al colegio. Buenmozo eso sí. Y para colmo, llegó con un aire humilde de perrito con sarna, que suplica que lo acojan a pesar de todo.
Al principio me tenía mareada con sus entradas y salidas, pero, de repente me di cuenta de que lo echaba de menos cuando no estaba y que me pasaba pendiente de la puerta de calle.  Fue la primera luz roja que se me prendió, pero no le hice caso al semáforo...
Sin darme cuenta, empecé a tratarlo con sequedad y el pobre me miraba con cara de"qué hice ahora" . Pero yo sentía que algo le estaba pasando a mi corazón y no sabía donde esconderme de la vergüenza.
¿ Te acuerdas, Nora , de cuando leímos " Los amores ridículos"  de Milan Kundera?  ¿ Te acuerdas que en uno de los cuentos salía una mujer madura que sentía el amor como a los veinte años pero " estaba encarcelada en su vejez" ?  Bueno, yo soy esa mujer, Nora ¿ Para qué negármelo más?
Me miro al espejo y estoy plenamente consciente de mi edad. Quisiera escribírmela en la frente  y en el pecho, para que le sirva de freno a mis pensamientos  y a mi corazón.
 ¿ Por qué la vida me traicionó así?
Me dibujó un mapa de arrugas en la cara. Es el mapa de los caminos que he recorrido, de los países que he visitado. ¿ Sabes cómo se llaman esos países?  Tristeza, Desengaño. Soledad. Domino todos sus idiomas. Soy una políglota de la desolación.   
Pero, no quiero aburrirte más con mis quejas.
 El se fue ayer, por fin. Nunca sabrá lo que llegué a sentir. Nunca sabrá que soñé que estábamos juntos...Se fue agradecido por mis atenciones ¡pobre ingenuo!  Y yo, aunque experimenté alivio por su partida, derramé un par de lágrimas junto a la ventana.... Pero, creo Nora, que lloraba por mi perdida juventud.
¿ Te ríes de tu pobre amiga?  Sí, Nora. Riámonos mejor. Pero no dejes de contestarme. Esta ridícula aventura merece más de una reflexión.

 Un abrazo de Betty.  

domingo, 21 de junio de 2015

LA SONRISA DE LOS GATOS.

Lorenzo la conoció primero. Siempre se me adelantaba en todo. En las notas de los exámenes, en las competencias deportivas...
El día en que la trajo al grupo, la presentó como su novia. Se veía orgulloso de su conquista y aceptó sin molestarse todas las bromas de los envidiosos de turno.
 Le rodeaba el talle con su brazo y ella se arrimaba a él, callada, pegada en los labios esa sonrisa enigmática que tenía...Como si viniera de vuelta de todos los misterios. Creo que si los gatos sonrieran, lo harían como Leticia.
Vuelvo a verlo a él, con la nariz pecosa y el pelo rojo cayéndole sobre la frente.  En el liceo le decíamos de todo:  Solferino, Zanahoria, pero a él no le importaba. Creo que le gustaba sobresalir  con su pelo que parecía un incendio. Y era evidente que no pasaba desapercibido frente a las mujeres...
Me enamoré de Leticia desde el principio. No sé qué tenía.  Creo que era esa cosa enigmática, ese distanciamiento que la rodeaba como un muro y que a Lorenzo no parecía afectarlo en lo más mínimo.
Traté de no verlos, de apartarme del grupo... Pero en todas partes me los encontraba.
Luego me conformé pensando que se me iba  a pasar, por lo inutil que resultaba mi sentimiento. Ella no miraba a nadie, excepto a Lorenzo.
Era evidente que estaban locos uno por el otro. El lo demostraba en mil gestos de posesión y apasionamiento. Ella, sólo en la mirada que le clavaba todo el tiempo, como si dejar de mirarlo fuera para ella como dejar de respirar.
Cuando él murió en un absurdo accidente de motocicleta, ella pareció derrumbarse. En el funeral, se abrazó al ataúd llorando como una loca. Tuvieron que sacarla entre varios...
Después del entierro, desapareció.  Estuvo cerca de siete u ocho meses fuera de Santiago.
Varias veces fui a su casa a preguntar por ella.  Su mamá me decía que andaba en provincia, visitando a una tía y eso era lo único que lograba sonsacarle a su silencio de esfinge.
Cuando volvió, parecía cambiada. Pero yo seguía amándola y no perdía la esperanza de llegar a conquistarla. Empecé a frecuentarla, a invitarla a salir con el pretexto de que se distrajera. No creía ni por un instante que hubiera olvidado a Lorenzo, pero confiaba que con el tiempo se fuera calmando en ella el recuerdo lacerante.
Seguí insistiendo con paciencia, no evidenciando ningún sentimiento que no fuera la estimación de un amigo....y creí que al final iba logrando que me quisiera un poco.
Se veía más serena y la sorda desesperación que al principio parecía embargarla,  había ido desapareciendo de sus gestos. La tensión de todos sus miembros se había ido ablandando y transformándose en un dulce  abandono. Sobre sus labios volvía a flotar aquella sonrisa ....
Una tarde, de súbito, noté que me miraba con ternura. La esperanza me atravesó como un rayo y cogí su mano abandonada sobre la mesa del café.
-¡ Leticia!  ¿ Será posible que me quieras un poco? 
Ella sonrió y no retiró su mano de entre las mías. Temblando de pasión volqué en palabras todo el amor que venía callando desde hacía más de dos años.
 Le pedí que se casara conmigo y me atreví, pobre loco, a decirle cuanto ansiaba que tuviéramos un hijo...
Se puso pálida como una muerta y gritó que no, que no quería hijos. Después se paró violentamente y salió del café casi corriendo.
Estuvimos varios días sin vernos. Después ella volvió a su actitud extraña, a su misterio indescifrable. Ni una disculpa me dio de su arrebato de aquella tarde.
Entonces decidí espiarla, seguirla. Sé que fué una bajeza, pero estaba enloquecido. La frustración de no poder llegar hasta ella, de chocar una y otra vez contra esa pared de hielo me trastornaba. 
No tenía celos de otro hombre, presentía que en su vida había algo más.
Una tarde caminé detrás de ella hasta la estación del Metro. Logré subir al mismo carro, confundido entre la multitud que viajaba a esa hora.
Me bajé en la misma estación, sin que ella lo notara. Caminaba rápida, como presa de una ansiedad que nunca antes le había visto.
Se adentró por una callecita corta de un barrio periférico. La ví detenerse frente a una casa más bien modesta y sacar una llave de su cartera.
Pero antes de que alcanzara a usarla, la puerta se abrió. Por ella salió una mujer vestida con un delantal blanco, precedida de una niño de no más de dos años.
-¡ Mamy !- gritó y se abrazó a las piernas de Leticia. Ella apretó contra su cuerpo la tierna cabecita,  cubierta de rizos rojos.
- ¡ Lorencito, mi amor!- exclamó, tomándolo en sus brazos y juntos entraron en la casa.



LIQUIDACION DE INVIERNO.

Aquí tienes mi corazón. Por favor, llévatelo y haz con él lo que quieras.
Usalo para tapar la grieta en la pared que dejó el último terremoto.
O muélelo en la procesadora y haz con él una hamburguesa para el gato.
Pero tómalo, porque no sé qué hacer con él.
Me pesa tanto como si fuera una roca ¡ y sin embargo es tan blando!
Incluso tus palabras tiernas lo hacen sangrar. ¡ Imagínate la hemorragia que le provoca tu silencio!
Llévatelo. Estaré mucho mejor sin él.
Cuando pase por las calles dirán:   Es una mujer sin corazón.  Y automáticamente les pareceré interesante y enigmática.

Y  yo tendré la ventaja de no volver a enamorarme.  ¡ No conozco nada más inútil que el Amor!

miércoles, 17 de junio de 2015

CHARLANDO MIENTRAS LLUEVE.

Tarea de taller.

¿ Te das cuenta, Sarita?  Aquí estamos solas tú y yo. Tu hijo adorado se fue y ni se acordó de llevarse tu retrato y el ánfora con tus cenizas.
Y te dejó conmigo, qué ironía. Con la nuera a la que nunca quisiste y a la que le echabas la culpa de las desgracias de tu Polito querido.
Así le decías ¿ te acuerdas?
Cuando nació, pasaste muchos meses resistiéndote a bautizarlo.  No querías ponerle el nombre de tu marido. De ese hombre que hacía ya tanto tiempo que te había roto el corazón.
No querías que se llamara también Eduardo, ese nombre que al principio habías susurrado con pasión y que había terminado por quemarte la lengua cada vez que lo pronunciabas.
Y como en esa época vendían los helados " Polo"  empezaste a llamarlo así  :  Polo, Polito, tu lindo bebé, tu hijito idolatrado...
¿ Donde andará ahora?
Llueve y miro por la ventana hacia la noche mojada. ¿ Tú escuchas?  ¿ Oyes caer la lluvia, sonando en los cristales?
Quizás sueñas que son los pasos de él, que regresa a buscarte.
 ¿ Cómo pudo dejarte aquí?
Puse el ánfora con tus cenizas sobre la cómoda, al lado de tu fotografía, para que me hagas compañía en esta noche interminable. ¿ Te das cuenta de que las mujeres estamos condenadas a quedarnos siempre solas?
Pero, no te preocupes, Sarita. El volverá. En su rápida huida, dejó olvidadas muchas cosas que le son imprescindibles.  Cuando venga a buscarlas, le pediré que te lleve con él a su nueva vida.
Es cierto que para ti no será una nueva vida sino una nueva muerte. Monótona como ésta, pero más confortable que la que tienes al lado mío, al lado de tu nuera ,la frívola, la que aceptaste a regañadientes.
  Desde la cartulina de la fotografía, veo tus ojos fríos clavados en mi y pienso que todavía me odias.  ¿ Que yo te arrebaté su amor ?  Mentira.  Ese hombre no nos quiso nunca a ninguna de las dos. ¿ Te habría dejado olvidada aquí, si fuera de otro modo?
Seguramente nunca pensaste que tu hijo podía haber heredado el corazón pétreo de tu marido, contra el cual te estrellaste y te rompiste en pedazos.
¿ Nunca se te ocurrió que aunque te obstinaras en llamarlo Polito, él era un nuevo Eduardo nacido para abandonarte también?
Ahora lo sabes, Sarita. Seguro que ahora lo entendiste. En esta noche de lluvia en que estamos solas tú y yo, odiándonos. Con la muerte entre medio, pero odiándonos igual.
Miro tu fotografía  junto al ánfora de tus cenizas y me regocijo porque al menos, yo todavía estoy viva.
  Triste desquite ¿ no crees?
Sé que el rumor de la lluvia te hace pensar que se aproximan sus pasos... Imaginas que no te ha olvidado y por fin viene a buscarte.
  ¿ Y acaso yo no tengo el mismo sueño ?    ¿ Acaso no espero lo mismo yo también ?




domingo, 14 de junio de 2015

JOEL AL RESCATE.

Joel tenía diecisiete años y no quiso seguir estudiando. Así es que se empleó como ayudante de jardinero para trabajar con su tío Juan.
Todos los días salían muy temprano y se iban a una enorme casa, rodeada de jardines y prados, que había en las afueras del pueblo. Nunca faltaba qué hacer, plantar las flores de temporada, regar , podar los arbustos ....
De vez en cuando aparecía el patrón, Don Pedro, y daba órdenes precisas. Aveces pedía que cortaran un ramo de rosas y lo llevaran a la casa. Nunca entraban, por supuesto. Los  atendía Fabiola, en la puerta de la cocina y poniendo el ramo en un jarrón de porcelana, lo llevaba al comedor.
Fabiola era la cocinera y trabajaba ayudada por Nancy, una chiquilla flaca de mirada socarrona.
Almorzaban con ellas en la cocina y nunca veían a nadie más. Joel pensaba que el patrón vivía solo y le impresionaba tanto lujo y tantas cosas ricas apiladas en la despensa, cuando nadie iba nunca para disfrutar de ellas.
Un día que Joel regaba los rododendros, levantó la vista, no sabía por qué y vio a una niña rubia asomada a la ventana del segundo piso. Era muy bonita.  El pelo dorado le rodeaba la cara y la hacía parecerse a la Madonna que la mamá de Joel tenía en un cuadro de su dormitorio.
 La expresión que mostraba, triste y angustiada lo impresionó . Ella lo miraba fijamente y parecía que quería decirle algo.
Al otro día, le preguntó a Fabiola quién era la niña rubia del segundo piso y por qué nunca bajaba al jardín.
La mujer lo miró molesta.
- Estás soñando. Allá arriba no hay nadie.
Pero Joel vio que Nancy le hacía un guiño de complicidad y negaba con la cabeza.
Apenas pudo, la llamó afuera de la cocina y la interrogó.
- ¡Claro que hay alguien arriba! Yo veo a la Fabiola que sube bandejas con comida. Parece que está enferma, porque bien seguido sube a verla un doctor... Pero no preguntes nada. En esta casa todos están locos.
Desde entonces, Joel procuraba trabajar cerca de la casa y miraba la ventana que siempre estaba cerrada.
Un día se abrió y se asomó la niña. Echó medio cuerpo afuera y mirándolo fijamente, le arrojó un envoltorio pesado.
Era una pulsera de oro envuelta en un papel. Joel leyó lo que había escrito:
-¡ Ayúdame! Me tienen secuestrada.
Quedó consternado.La  niña lloraba y juntaba sus manos en un gesto de súplica. Más que nunca se parecía al cuadro de la Madonna. Sólo le faltaba el puñal atravesando su corazón.
En eso, la vio  retroceder asustada. Alguien había entrado a la pieza. Era don Pedro, que la tomó de los hombros y la arrastró lejos de la ventana. Ella se resistía, impotente.
¿Qué hacer?   Joel no le dijo nada a su tío pero decidió salvarla. ¿ Cómo podían ser tan crueles y tenerla encerrada ahí?  Eran órdenes de don Pedro y todos tenían que fingir que no sabían nada.
   Varios días después, ella volvió a asomarse y a mirarlo suplicante. Joel le hizo señas y con los labios moduló: Esta noche.  En seguida le  mostró sus dedos indicando las doce.
Esa tarde fingió salir de la propiedad , pero se escondió en el cobertizo de las herramientas. Ya había notado que ahí había una escalera bien larga que podría servir para el rescate.
Las horas se le hicieron eternas mientras transcurría la noche.
Una lejana campana dio las doce y Joel salió de su escondite llevando la escalera.
En la ventana estaba la niña y de inmediato empezó a bajar con cuidado los peldaños. Llevaba un abrigo y una cartera.
Al llegar abajo, sonrió y le apretó la mano. Tenía los ojos azules, grandes y sombreados de pestañas oscuras.  Joel pensó que nunca había visto una mujer tan linda en toda su vida.
-¡ Tengo que ir a Santiago a denunciarlos !- dijo ella, decidida- Son una banda de secuestradores...Tomaré el tren  ahora y llegaré a Santiago mañana.
-Pero ¿ esta noche ?  No tiene miedo de andar sola...
Ella no le hizo caso y gimió, mirando su cartera vacía.
-¿Como voy a comprar el pasaje ?  Ellos me quitaron todo mi dinero...
Joel no dudó en echar mano a su bolsillo y le entregó todos los billetes que tenía. ¡Por suerte le habían pagado el día anterior !
La niña se perdió en las sombras y Joel se dirigió a la casa de su tío. Se sentía orgulloso de su hazaña. Casi no pudo dormir de tan contento que estaba.  Pensó que al día siguiente debería advertirle a su tío para que no siguieran trabajando en esa casa. Ese tal don Pedro no era lo que parecía...Y seguro que ese, que pasaba por médico, tampoco.
Cuando en la mañana, temprano, llegaron a la casa, vieron dos autos en la entrada. Uno era de la policía y el otro, del médico. El patrón estaba pálido y se retorcía las manos desesperado.  Fabiola lloraba o fingía llorar, mientras Nancy se escondía detrás , comiéndose las uñas. Apenas vio a Joel le dirigió una mirada maligna, como si lo adivinara todo.
El tío Juan se acercó a Fabiola y en voz baja le preguntó qué  pasaba.
-¡ Se escapó la señorita!
-¿ Cual señorita?
-La hija de don Pedro. Está trastornada hace años. Yo la cuidaba lo mejor que podía, junto con el doctor. Don Pedro no quería internarla, decía que sería peor...Su obsesión era irse a Santiago  a buscar a no sé quién. Pero ¡está tan cambiado Santiago! No va a reconocer nada...  ¡Seguro que se pierde y quizás qué cosa le puede pasar! 
Fabiola rompió a llorar y se tapó la cara con el delantal. Joel sintió que se desmayaba. Nancy lo miraba con una chispa de burla en sus ojos saltones.
Los de Investigaciones los estuvieron interrogando largo rato. Pero el tío Juan no se movía de su declaración:  Ni su sobrino ni él habían visto nunca a la señorita. No sabían siquiera que vivía ahí.
Al fin se convencieron de que decía la verdad y se fueron. A Joel ni lo tomaron en cuenta.
Pero él sentía que los ojos de Nacy lo perseguían y estaba seguro de que ella no iba a descansar hasta averiguar la verdad. Y si se lo decía a don Pedro...
Esa misma noche le informó a su tío que se iba para el Sur. Su mamá estaba enferma y quería ir a acompañarla.
Antes que amaneciera ya estaba en la estación.
De un tren le pareció ver bajarse a la niña rubia.  Corrió hacia ella.
- ¡ Señorita!  ¡Qué bueno que volvió...!
Pero era una desconocida que lo miró con extrañeza y se perdió en la niebla del amanecer.

Nunca supo si la habían encontrado...



domingo, 7 de junio de 2015

EL REVÉS DE LA TRAMA.

Genaro tecleó en su computador la palabra FIN y dio un suspiro de alivio.  ¡ Por fin había terminado la novela!  Su editor lo apremiaba para poder lanzarla en La Feria Internacional del Libro.
-¡ Faltan apenas cuatro meses, Genaro, y tú me prometiste que estaría lista para Junio!
Se sentía cansado, pero satisfecho.
-¡ Creo que esta vez dí en el clavo!- murmuró- Amor, dinero, misterio,una intriga internacional..... ¡ Tiene todo lo necesario para convertirse en  Best Seller!
Apagó la luz y se lanzó a su cama, sin desvestirse. Se inmediato se sumió en un sueño pesado.
No había alcanzado a dormir mucho cuando despertó sobresaltado. Había gente conversando en el living...¿ Cómo era posible ?  ¿ Quién los había dejado entrar?
Se levantó de un salto y encendió las luces.
Allí, en el sofá había dos parejas discutiendo. En el sillón, un hombre fumaba ensimismado, sin prestar oído a la conversación.
Genaro reconoció a los personajes de su novela.
Isabel, hermosa con sus cabellos oscuros y sus ojos azules...
-¡ Eres igual a como te imaginé!- suspiró, arrobado.
-No es nada de raro, puesto que tú me creaste- le respondió ella con tono beligerante.
Genaro comprobó que todos los personajes lo miraban en forma inamistosa.
-¿ Qué pasa ?  ¿ Por qué discuten?
-No nos gusta el giro que le diste a la trama.
- ¿ Por qué?
-En primer lugar- dijo Pedro- yo me paso toda la novela amando a Isabel como un pobre baboso...
-¿ Y qué?
-Que eso es una siutiquería. El Amor Eterno no dura más de tres meses.  ¡ No escribes de acuerdo a los tiempos que corren!
-En cuanto a mí- intercaló Isabel-Me creaste dura de corazón, incapaz de amar....¡ Y yo que soñaba con enamorarme de Julio!
Lanzó una mirada coqueta al hombre del sillón, el cual no se dio por aludido.
-¡Imposible!- exclamó  el autor- ¡ Tendría que cambiar toda la trama!  Julio es un hombre solitario, ajeno a toda frivolidad, siempre inmerso en sus contradicciones existenciales...
-¡ Claro! Un latero y un pedante- rezongó Julio- Eso fue lo que decidiste para mi.  Yo habría sido mucho más feliz como un hombre corriente, capaz de enamorarme...En lugar de andar por el mundo dando conferencias y posando de genio incomprendido.
- Y a mí - reclamó Patricia, una rubia pálida que había permanecido ovillada en el sofá- Me creaste como la esposa de Eduardo, una mera comparsa, sin voluntad propia, dedicada sólo a hacerle la vida grata a mi hombre... ¡ Ya no existen mujeres así en el mundo!   
- ¡ Basta!- gritó Genaro, colérico- ¡ La novela es mía y aquí mando yo!
-No seas terco-lo aconsejó Pedro- Si insistes en dejarla como está, será un fracaso.  Has traicionado a tus propios personajes y los escenarios en que desarrollaste la acción están mal concebidos.   Al querer crear una intriga internacional, como se usa ahora, lo falseaste todo. Se nota que no conoces los países de los que hablas...
Genaro enrojeció de ira.
-¡ Me documenté en Internet y con eso basta!
Los cinco personajes lo miraron escépticos.
-Tu novela es mediocre, perdona que te lo diga- sentenció Eduardo, que hasta ese momento había guardado silencio- No pareces entender que el Amor se ha batido en retirada y le ha dejado su lugar al Sexo. ¡ Sexo y dinero son las dos cosas que hacen moverse al mundo!
-Discrepo profundamente de eso- suspiró Isabel, llevándose la mano al pecho y mirando a Julio con ternura.
-¡ Tonterías!- rugió Genaro- ¡ La trama se queda como yo la concebí y punto!  Nadie me va a venir a dar clases de como escribir una novela!
-¡ Pero se trata de nuestras vidas!- exclamó Julio- ¿ Te crees Dios para manejar a tu antojo nuestro destino?
Las cinco voces se elevaron al unísono, reprochándole y suplicándole.
Genaro se tapó los oídos y escapó hacia el escritorio.
Encendió el computador y borró del disco duro todo lo que le había llevado un año  escribir. Automáticamente cesaron los gritos y un silencio bienhechor se adueñó del departamento.
Al pasar por el living, comprobó que allí no había nadie.

Con un suspiro de alivio se arrojó sobre su cama y minutos después, dormía apaciblemente.


viernes, 5 de junio de 2015

MIGUITAS.

Tarea de Taller.

A través de los años, aquí y allá, iba recibiendo esporádicas noticias de Andrés.
Un amigo común me mostraba una postal suya, llegada de algún país europeo.  O era una pequeña nota  en un diario, que recogía el comentario de algún crítico de Arte:  Andrés Urquieta, el célebre pintor impresionista, participará en una muestra colectiva....En otra ocasión, un catálogo de su última exposición, llegado anonimamente a mi casilla...
Y así, cada cierto tiempo encontraba una pista de su trayectoria, como si Andrés quisiera hacerme saber a donde andaba. Eran las miguitas de pan del cuento de Hansel, que él iba dejando caer en el camino, para que yo las siguiera.
Pero, los hambrientos pájaros del tiempo se las iban comiendo, sin que hiciera nada para acercarme a él.
Andrés.  ¡Prestidigitador o mago ! De sus dedos brotaban la luz y el color como una lluvia espléndida.
¡ Pensar que nos habíamos querido tanto!  Y yo fui la que se alejó de su lado, imposibilitada  de acompañarlo en su vida bohemia, incapaz de soportar la vorágine de su éxito. Me fui quedando atrás, retrocediendo hacia las sombras, mientras él avanzaba hasta el círculo de luz que lo envolvía, apartándolo de mi amor.
Al principio me resigné a la soledad , siempre excluida del coro de aduladores que lo rodeaba. Me acostumbré también al anonimato de los aeropuertos, a su beso rápido, a su sonrisa impaciente al notar mi tristeza, mientras me prometía comunicarse al llegar...
Pero, no tuve valor de seguir siendo su sombra, esa mujer anónima que no era nada en su vida. Y poco a poco nos fuimos distanciando.
Vi dolor en sus ojos la última vez que hablamos en el aeropuerto. Sé que lamentaba dejarme. Aún me quería...Pero nuestra despedida fue breve.  Triunfó sobre ella la preocupación por el embalaje delicado en el que viajaban sus obras ...
Cuando volvió, no fui a recibirlo y nuestras vidas se convirtieron en dos lineas paralelas destinadas a no volver a cruzarse.
Pero, él parecía ir echando miguitas de pan para que pudiera seguirlo. Nunca pensé que su camino, como en el cuento, lo llevaría hasta la casa de la bruja.A  una casa de la que nadie volvía a salir.
Un encuentro fortuito con una amigo común me trajo la noticia.
-Andrés está enfermo- No me han dicho de qué. Ojalá sólo sea agotamiento por esa vida tan bohemia que lleva...
¡ Miguitas de pan en el camino!  ¡ Averigua!  ¡Síguelas, antes de que sea tarde!
Pero no hice nada. Y él entró a la casa de la bruja  y la puerta  siniestra se cerró a sus espaldas.
Una breve noticia en el diario :  Se agrava la enfermedad del reconocido pintor Andrés Urquieta.
Pájaros negros vinieron volando y se comieron las últimas miguitas de pan con que él me señalaba las huellas de sus pasos.  La enfermedad mortal, como la bruja del cuento, lo atrapó en sus fauces y lo devoró sin lástima.
Un obituario...El dolor de los amigos...Una exposición póstuma que tuvo gran éxito.
Y eso es todo.
En las tardes de lluvia salgo a caminar sin rumbo y me pierdo, sin saber dónde buscarlo. Ahora ya no hay miguitas de pan que me señalen sus pasos. Y tampoco existe un camino que me lleve a donde él está.