A Julián lo abrumaba la nostalgia del pasado. Pensaba que su niñez había sido la única época en la cual se había sentido feliz. Que al crecer sólo había conocido el fracaso, la traición de los amigos y el desamor.
No advertía que la nostalgia es como una niebla que desdibuja la realidad y que a menudo los recuerdos son hermosas mentiras que nos contamos a nosotros mismos.
La melancolía por el ayer perdido debilitaba su voluntad de vivir. El presente le era indiferente y el futuro sencillamente no existía para él. Inmerso en su añoranza, cada vez más solitario, vagaba por las calles sin mirar a su alrededor.
Tal vez fue por eso que, al cruzar una esquina con luz roja, un autobús lo atropelló.
Quedó tendido inconsciente en el pavimento, mientras los transeúntes lo miraban horrorizados, creyéndolo muerto.
Julián no supo cuando lo subieron a una ambulancia y lo transportaron a un hospital.
El golpe en su cabeza lo había dejado sumido en un desmayo profundo. Pero una parte de su mente permanecía activa y empezó a soñar.
Se vio caminando por un bosque sombrío y sus pasos lo llevaron hasta un muro cubierto de musgo. Distinguió una puerta casi oculta por las hojas de una hiedra. Sobre el dintel había un letrero que decía : "AL PASADO".
-¡No es posible!- exclamó- ¿Quiere decir que detrás de este muro está la vida que viví, los momentos felices que ansío recobrar?
Empujó la puerta con ansiedad, pero frente a él sólo vio una llanura blanca y vacía. No había suelo ni cielo. No había nada.
Junto al umbral vio a un viejo que llevaba un tarro de pintura blanca y una brocha. Sonreía satisfecho como quién acaba de terminar una tarea.
-¡Cómo! ¿Tú lo has borrado todo? ¿Por qué lo has hecho?
- Lo hice para que entiendas que quedarse en el pasado es una cobardía. Vives fabricando recuerdos de cosas que nunca ocurrieron , porque no tienes valor para enfrentar la realidad.
-Pero ¡yo quería reencontrarme con mis horas de dicha, las únicas que tuve y tú me lo has impedido!
En un arranque de ira se arrojó sobre el viejo, queriendo pegarle, pero sintió que se diluía entre sus dedos como un girón de niebla y se encontró solo frente al infinito desierto blanco.
Mientras, el cubo se había volcado y la pintura corría como un río hasta alcanzar la puerta. Vio con horror que empezaba a borrarla.
Alcanzó a adelantar un pie y traspasó el umbral antes que desapareciera.
Abrió los ojos y se encontró en una cama de hospital.
De espaldas a él, sin notar que había despertado, conversaban dos médicos.
-¡Sí! ¡Va a vivir! - decía uno- Sin embargo, el daño en su cerebro no da un buen pronóstico sobre su calidad de vida....
- ¡Pero es un daño parcial !- objetaba el otro- Sólo tiene lesionada la zona que corresponde a la memoria...
- Y eso no es tan sencillo, estimado colega.... ¡Piense a lo que se enfrentará este hombre....! Ha perdido todos sus recuerdos. El pasado ya no existe para él .... Como se dice vulgarmente, ¡ha quedado con la mente en blanco!